Mi nombre es Carlos y les voy a
hablar de la vida de mi mejor amiga, llamada Angie. Ella y yo vivimos en la
misma vereda, asistimos juntos a la escuela rural y actualmente estudiamos en
la normal del pueblo, de modo que viajamos en la ruta todos los días. A Angie
siempre la he admirado y amado en secreto, pero últimamente me tiene muy
preocupado: ¡ha cambiado tanto!, que no lo puedo creer, y su mamá, menos. Angie
tiene 14 años y cursa conmigo octavo grado. Desde la primaria, Angie se ha
destacado por ser una de las mejores estudiantes. Siempre aparece en el cuadro
de honor. Además, es muy colaboradora con los docentes, quienes la tienen en
cuenta cuando se trata de hacer tareas que requieran liderazgo y
responsabilidad. Los compañeros la respetan y le creen, casi nunca se enoja y
cuando algo le molesta suele reaccionar con calma y sin faltarle el respeto a
nadie.
Cuando hay entrega de informes
académicos, Angie llega con su papá y su mamá, a veces también la acompaña la
abuela. Todos entran sonrientes al salón, saben que la docente dará un buen
informe del desempeño académico de Angie y dirá cuán orgullosa se siente de tenerla
en el curso.
La mamá le cuenta a la docente
que Angie es muy juiciosa en la casa: ayuda a encerrar los becerros, da de
comer a los cerdos y está criando cinco pollos y tres gallinas ponedoras, por
lo que diariamente recoge el maíz para alimentarlos. Sin embargo, la vida de
Angie dio un cambio brusco.
Resulta que a mitad de año llegó
al pueblo y al curso un muchacho trasladado de otra institución educativa, y
ahí comenzaron los problemas, pues Angie se enamoró de él. Para rematar la
situación, Julián —así se llama— es descuidado con sus obligaciones escolares,
no presta atención a las clases, habla demasiado, molesta, es agresivo y se
cree el duro.
Después de dos semanas, Julián le
pidió a Angie que fueran novios y ella aceptó. Desde entonces, empezó a
soltarse el cabello y cambió de amigos, decisión que me incluyó a mí. Todos los
días, los nuevos novios tenían la costumbre de salir juntos, no utilizaban la
ruta escolar, pues preferían irse a pie a casa, de modo que las cosas cambiaron
mucho. Y en la casa de Angie ni se diga. Dejó de colaborar, descuidó los
animales, hizo a un lado sus tareas, y los resultados de este comportamiento
empezaron a notarse: perdió una evaluación de matemáticas, así que los docentes
andaban sorprendidos y preocupados. Un día durante un descanso, Angie
sorprendió a Julián hablando con una niña, mientras la tomaba de la mano. Los
gritó y se fue al salón dando empujones a todo el que se le atravesaba. Ese día
se fue en la ruta y lloró todo el camino. Recuerdo que Angie me miró y me hizo
señas para que me sentara a su lado. Me contó que se sentía disgustada con ella
misma, además de avergonzada con los compañeros por la manera como había
reaccionado. Yo me limité a escucharla, y teniendo la oportunidad de
manifestarle mis sentimientos preferí callarlos. Seguí como siempre ocultando
mis emociones para no ponerme en evidencia. Claro, la verdad no quiero perder
de nuevo su amistad.
De acuerdo con la historia
anterior, responde las preguntas:
1. ¿Qué cambios experimentó Angie luego de iniciar su
relación con Julián?
2. ¿Qué opinas del comportamiento de Angie en el descanso?
3. ¿Qué incidencia tuvo el manejo de las emociones en la
situación que vivió Angie?
4. ¿Por qué Carlos no manifestó sus sentimientos a Angie?
• Analiza
la situación de Carlos en la historia.
5. ¿Crees que no expresar a los demás lo que sentimos puede
afectar nuestras relaciones?
6. ¿Crees que vivir experiencias como la de Angie,
contribuye a la educación de nuestros sentimientos y emociones?
7. ¿Si vivieras una experiencia como la de Angie o Carlos,
¿cómo la enfrentarías?
8. ¿Puede decirse que, en todos los casos, enamorarse afecta
negativamente el rendimiento académico y el comportamiento de los adolescentes?
Justifica tu respuesta.
9. Comenta historias similares a las vividas por Angie,
Julián y Carlos.
10. Presenta tus conclusiones elaborando un acróstico en el que utilices las palabras AMOR y LIBERTAD.
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